25 de enero de 2013



Ya sé que la vida es muy complicada. Es lo que te suelen contar los mayores. En mi caso, sobre todo mi padre, que estaba empeñado en que yo estudiase la carrera de económicas, porque él tenía una tienda de ultramarinos y que mejor heredero del negocio que su hijo, pensaba. Y si tenía estudios, mejor todavía. Sin embargo, mi ejemplo era el tío Norbert, quien llegó a ser un ídolo para mí, aunque mi padre le detestase profundamente porque siempre le había tachado de ser un tarambana. Pero a mí me gustaba. Era algo, como diría, natural. De hecho, cuando fui mayor descubrí más cosas sobre él que mi padre jamás me había contado. Desgraciadamente, y como suele pasar, la historia le sumió en el olvido. Les hablo en estos términos, porque en realidad mi tío Norbert fue el gran ideólogo de la costa Oeste. Ya sé que pensarán que exagero, algunos incluso dirán que alucino, pero es la pura verdad. Sí, gracias al tío Norbert existió el surf, The Beach boys, The Doors, Malibú, el germen del espíritu hippie de San Francisco y todo lo que eclosionó alrededor de aquello. Y fue un pionero, ya que se atrevió a construirse una casa en la playa. Pero al tío, que tampoco era un Apolo, sólo le falló una cosa importante que lo condenó a la desgracia, al olvido y a que los de Vogue le ignorasen: su gusto por los bañadores.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Pharos - Pintor (https://www.youtube.com/watch?v=iXspHpH_Jbo)