27 de septiembre de 2013



Mi madre nunca se desprendió de aquella casaca que siempre estaba a la vista de todo el mundo, al igual que yo jamás perdí esa mirada triste que siempre mostré en las escasas fotografías que me hicieron en la infancia. Ella sabía que no podía cambiar los acontecimientos, como tampoco los tíos, la abuela y los conocidos. Al fin y al cabo, pensaba, con los de nuestra clase no se relacionan los poderosos, aunque sus decisiones, muchas veces, quiebran nuestros sueños. Por eso, decía, las cosas no suelen salir como uno quiere. Supongo que era su manera de hacerme más dulce el día a día, y también, su forma de explicarme la escasez en la qué vivíamos. Yo era un niño y no comprendía nada de lo que nos sucedía, aunque me percataba de lo poco que había en casa. Pero la guerrera siempre estaba ahí, sin arrugas, impoluta. Con el tiempo me di cuenta de la firmeza de mi madre. Lo vi en su lecho de muerte, con esa casaca extendida a su lado, porque era su única manera de rebelarse contra el destino y tener a mi padre a su lado.

(Foto: cortesía de Alfred Dopar)


· Fondo musical para acompañar la lectura: Vivaldi - Stabat Mater; James Bowman (Contratenor) - The Academy of Ancient Music - Cristhopher Hogwood (https://www.youtube.com/watch?v=F6V0TIsLrks)

26 de septiembre de 2013



SCHICKLGRUBER,UN TIROLÉS EN LA CUMBRE (romanza en tres movimientos)

Movimiento 1: Un nuevo horizonte

Martin Schicklgruber fue un joven oriundo del Tirol que, como tantos otros, cruzó el océano a la busca de nuevas oportunidades en la tierra prometida. Fueron tiempos difíciles pero Martin, lejos de amedrentarse, asumió las reglas del destino sin perder jamás la compostura, aunque las condiciones fuesen ínfimas y los horarios extenuantes. Claro que, su esfuerzo le permitió reunir el suficiente dinero con el que, tiempo después, lograría establecerse por su cuenta al abrir un pequeño negocio de ultramarinos. Las cosas parecían ir por el buen camino. Pero había algo en Martin que le sumía en una profunda desazón que afloraba al finalizar el día. Sentía nostalgia de su amado Tirol. Por ello, fiel a su espíritu emprendedor, decidió hacer frente a la situación y, junto con su amigo Alois Schwenke, también tirolés, emprendió la búsqueda de un lugar en el que aplacar su añoranza. Hasta que, tras muchos meses de idas y venidas, hallaron, casi por casualidad, el ansiado edén. Poco se parecían los Apalaches al paisaje alpino que le había visto crecer, salvo que aquel lugar también tenía la altura suficiente para ver lo que había más allá del horizonte, por eso lo bautizaron como “Die Kleine Tirol”, porque a Martin le hizo sentirse como en casa.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Jimmie Rodgers - Blue Yodel (https://www.youtube.com/watch?v=g-ks4hNLBjA)

25 de septiembre de 2013



SCHICKLGRUBER,UN TIROLÉS EN LA CUMBRE (romanza en tres movimientos) 

Movimiento 2: Del amor en las alturas

Desde que descubriese el pequeño oasis que le traía reminiscencias del Tirol, los días de Martin Schicklgruber parecieron tornarse diferentes. Notaba sus fuerzas renovadas por el hecho de visitar con asiduidad “Die Kleine Tirol”. Ello le dio un nuevo impulso vital y más ideas, como imprimir un sello personal a su tienda de ultramarinos que la hiciese única. E instaló una barra de bar y comenzó a importar productos típicos de la gastronomía de su tierra, lo que convirtió su pequeño local en el centro neurálgico de la pequeña comunidad tirolesa que pronto acudió a diario para degustar el Knödel, el Graukäse o la cerveza. Hasta que un día, acompañando a su padre, apareció la joven Helga. Los tímidos intercambios de miradas poco a poco se fueron transformando en algo mayor. Y cuando ella le dio el primer beso, Martin decidió que había llegado el momento de probar a Helga y llevarla a que conociese “Die kleine Tirol”. La joven pareció manifestar una gran alegría, aunque su temor a que un posible golpe de viento le hiciese perder el equilibrio hizo que tuviese la ocurrencia de colocarse una piedra en la cabeza, una anécdota en la que algunos de sus compatriotas han querido ver, no sin cierta malicia, el origen del pisapapeles.  

· Fondo musical para acompañar la lectura: Jimmie Rodgers - Blue Yodel No 2 (https://www.youtube.com/watch?v=cxUa2QCuq9M)

24 de septiembre de 2013



SCHICKLGRUBER,UN TIROLÉS EN LA CUMBRE (romanza en tres movimientos)

Movimiento 3: Juntos pero no revueltos

Para Martin Schicklgruber “Die kleine Tirol” se había convertido en un sitio sagrado al que ahora acudía con su amada Helga. Ella también logró la plena comunión con el lugar, cosa que supo cuando no necesitó la piedra. Al ver ese gesto, Martin, emocionado, le pidió la mano. Allí pasaron su luna de miel allí. Y allí siguieron yendo, cada fin de semana. Y aunque las sensaciones que experimentaban eran únicas, Helga, con el tiempo, empezó sumirse en un estado de melancolía. Echaba de menos su vida social, y lo que para ella era aún peor, temía que acabasen siendo unos desconocidos para los suyos. Por lo que Martin, temiendo que ello acabase con su matrimonio, resolvió satisfacer los deseos de su esposa. Compartirían “Die kleine TIrol” con sus amistades. A partir de ahí vinieron tiempos dichosos, en los que Helga, Martin y la pequeña comunidad tirolesa disfrutaron con intensidad de sus estancias en la cumbre. Hasta que, con el paso de los años, vino lo inevitable, lo que nadie, ni siquiera Martin, había previsto y que les impediría subir a su amada cima, algo tan natural como la vejez.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Jimmie Rodgers - Blue Yodel No 3 (https://www.youtube.com/watch?v=ZlXeKNNL6BE)

23 de septiembre de 2013



Aquel tipo extraño de ademanes algo petulantes llamó poderosamente la atención de James Gray, un individuo rústico y analfabeto que nunca había salido de la pequeña localidad del Medio Oeste que le había visto nacer. El forastero, que había detenido su automóvil ante los pies de Gray, no disimuló su admiración pues vio en éste al hombre perfecto que tanto tiempo había buscado, ya que vivía en un entorno prácticamente salvaje, lo que significaba un cerebro en estado puro y sin interferencias del exterior. Acto seguido se apeó del vehículo y enseguida bajó sus bártulos. No había tiempo que perder, ni tampoco que dar explicaciones para evitar así posibles influencias que pudiesen contaminar el subconsciente de Gray y con ello estropear el innovador experimento que se disponía llevar a cabo. Y aquí se interrumpe el relato, porque las restantes páginas del diario del doctor Bartlet están arrancadas. Aún así, proseguí mis indagaciones, hasta que hallé una imagen, precisamente de Gray, que pareció querer darme alguna pista más que me ayudase a completar el relato, aunque las anotaciones que el doctor Bartlet escribió al dorso son imprecisas. Parecía afirmar que, tras muchos años de investigación, había logrado fotografiar el subconsciente humano, el de Gray. Pero nadie de los que examinamos la imagen conseguimos ver nada, salvo al propio Gray, un niño y el tornado que viene del fondo.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Cannon's Jug Stompers - Minglewood Blues (https://www.youtube.com/watch?v=Na6PW0Cg4Tc)

18 de septiembre de 2013



Nadie se podía explicar aquellas extrañas intervenciones que, en su vejez, comenzó a hacer la tía Leonore sobre las fotografías que guardaba celosamente en la cómoda de su dormitorio. Era la hermana pequeña de mi madre. Y solterona. Lo que no parecía sorprender a nadie ya que siempre se mostró un tanto enigmática. Para los demás, simplemente, era rara. Cuando yo nací ella ya vivía en casa, porque mi padre tuvo que aceptarla bajo su techo desde la misma noche de bodas, ya que mi madre le advirtió que su hermana iba a donde ella fuese. No puedo decir que tuve una relación especial con la tía, porque nunca la hubo. Siempre fue muy introvertida y silenciosa. Pero nos intrigaban sus fotografías, todas garabateadas, con tachaduras y anotaciones. “Niño”, “hermana”, “Yo”. Esas eran algunas de las palabras que escribía. ¿Pero qué es lo que quería decir con todo eso? Según del tío Michael, que era médico, la tía tenía pérdidas de memoria, y cuando se dio cuenta de ello hizo de sus fotos improvisadas cartografías de su vida.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Gene Austin - Bye Bye Blackbird (http://www.youtube.com/watch?v=eO6PpD-tRLU)

17 de septiembre de 2013



28 de marzo de 1922
Nunca tuve queja alguna por la cuna en la que me tocó nacer, la de una acaudalada familia del sur. Mi infancia fue feliz, ya que me criaron entre algodones, hasta que mis privilegios volaron de un plumazo cuando vino al mundo mi hermana. Entonces mis días empezaron a volverse grises porque, sin quererlo, me había convertido en el primogénito, lo que me supuso el dramático paso a un segundo plano que se hizo más latente según fueron naciendo mis otros tres hermanos. Y yo estaba ahí, condenado irreversiblemente al ostracismo y a ese doble juego de darles ejemplo y, al mismo tiempo, tener que ceder a sus deseos cuando tenía que participar en sus ridículos juegos. Porque si me negaba recibía un cachete de mi madre. Fueron los años más insoportables y aburridos de mi asquerosa vida de niño rico. Pero de todas las estupideces que se les ocurrían a mis hermanos, había una que me sacaba realmente de quicio y esa era cuando la ñoña de mi hermana pequeña se empeñaba en que le representásemos sus absurdos cuentos de princesas. Imagínense la tortura, cientos de veces subidos en esos cursis nenúfares haciendo de ninfas en el lago, hasta el perro, y con el servicio velando por nosotros, mientras ella, de la mano de una doncella, nos contemplaba con una permanente sonrisa en la cara. Supongo que esa rabia fue la que me llevó a tomar la decisión de ser escritor, para vomitar toda esa desesperación acumulada durante tantos años. No sé si conseguiré exorcizar mis fantasmas.

6 de abril de 1958
Hoy, después de tantos años, he leído mi texto. Creo que he superado mi trauma. También me he dado cuenta de la brevedad de mi carrera como escritor. Quizá en el futuro añada algún renglón más.


· Fondo musical para acompañar la lectura: Johann Sebastian Bach - Prelude, Cello suite nº 1 in G mayor, BWV 1007 [Mstilav Rostropovich - Cello] (https://www.youtube.com/watch?v=LU_QR_FTt3E)

16 de septiembre de 2013




«Esta foto parecía haber sido tomada en el momento en que yo leía su carta, aquella que voy a responder inmediatamente. Le abraza. H. A.». Es lo que alguien escribió en una imagen que encontré casi por casualidad en un viejo baúl cubierto de polvo en el desván de la casa de mi abuela. ¿Pero quien era ese tal H. A. del que nunca había oído hablar a nadie en la familia? ¿Sería quizá un antiguo pretendiente de la abuela? ¿O una extraña estratagema de un amigo del abuelo que trataba de curar viejas heridas? Me inquietaba, y por ello no dudé en proseguir mi registro tratando de descubrir nuevas pistas en aquella pila polvorienta de trastos, cajas y recuerdos amontonados alrededor de aquel baúl. Pero no hallé nada revelador. El paso de los días no hizo más que aumentar mi intriga, aunque hubo un momento en que sentí que había llegado al final de un camino sin salida. Sólo me quedaba una pequeña posibilidad, y esa era que el pariente vivo con más edad pudiese saber algo, y ese era mi padre. Recuerdo la leve expresión de inquietud que se dibujó en su rostro cuando le pregunté por aquella fotografía mientras se la mostraba al mismo tiempo. Simplemente me dijo que aquel hombre se llamaba Hippolyte Aubriot, que era el socio de la sastrería del tío abuelo y, al parecer, también amigos inseparables cuyo peculiar sentido del humor hacía que, entre otras cosas, se intercambiasen mensajes cortos con imágenes suyas cada vez que uno se iba de viaje de negocios. Así fue tal como me lo dijo, pero si les digo la verdad, siempre tuve la sensación de que hubo cosas que no me contó.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Marie Dubas - Le tango stupéfiant (http://www.youtube.com/watch?v=QqPQ1alSELA)

13 de septiembre de 2013



La imaginación de mi padre hizo que tuviese una imagen idealizada de mi abuela a la que contribuyó en buena medida mi propia fantasía. Supongo que como niño que era estaba ávido de emociones, lo que precisamente no había en mi casa. También sabía que mi padre tuvo que olvidarse de su quimera juvenil de convertirse en escritor para hacerse cargo de las necesidades del pequeño negocio del abuelo que, al fin y al cabo, era, como le decían, un trabajo de verdad. Nunca sabré si hubiese logrado ocupar un lugar de honor en el mundo literario, porque jamás llegó a garabatear un folio, pero si les puedo decir que todas las noches, antes de dormirme, me relataba las hazañas de mi abuela, que murió antes de que yo naciese y quien, según me contaba, fue una mujer intrépida y avanzada para su tiempo que entregó su vida a volar. De todas aquellas gestas, la que más me fascinaba fue cuando viajó al espacio, que muchos la tacharon de loca pero como era una mujer de carácter y con recursos había conseguido llevar a cabo tamaña empresa para la que incluso había diseñado su propio traje. Sé que les podrá parecer muy ingenuo, pero les confieso que nunca he querido, y menos aún ahora, que ya soy viejo, comprobar si las aventuras de mi abuela fueron verídica, porque yo también me vi obligado a tomar las riendas del negocio familiar en el que, si les soy sincero, nunca pasó nada.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Space - Magic fly (http://www.youtube.com/watch?v=uWqw0DQLEm0)

12 de septiembre de 2013


No sé muy bien por qué, pero fue algo de lo que tuve un presentimiento desde pequeña. Todo era normal, desde los horarios hasta los rituales cotidianos. Lo habitual en una familia corriente de clase media como la nuestra, con mamá haciendo las tareas domésticas y papá yendo a diario a la oficina. Y luego los fines de semana, con papá limpiando el coche los sábados por la mañana mientras nosotras correteábamos por el jardín. O los domingos de barbacoa en la parte trasera de la casa cuando el tiempo lo permitía. Hasta que empecé a darme cuenta que papá se comportaba de una manera muy extraña. Le notaba cada vez más torpe, lo que yo traducía como una estrategia para disimular algo malo que había hecho. Pero mamá parecía estar muy tranquila. Y eso me irritaba. Hubo veces que intenté decírselo, pero al final nunca me atreví a ello. Al fin y al cabo, ¿cómo podría justificar mis sospechas sobre algo que no sabía lo que era? No dejaban de ser más que simples conjeturas. Hasta que vi a mamá enfadarse de verdad con él, cuando trajo las fotografías reveladas del fin de semana que vino la tía Betty. Nunca la había visto tan acalorada como aquel día. Pero aquel galimatías nos descubrió la verdad de papá acabando de un plumazo con mis suposiciones. Que además de mal fotógrafo, estaba perdiendo la vista.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Tonny Scott & Bill Evans - A shoulder to cry on (https://www.youtube.com/watch?v=vfGfyk6U1WY)

11 de septiembre de 2013



No recuerdo bien como empezó aquello. Pero fue lo único que nos unió a mis hermanos y a mí durante bastante tiempo. Teníamos caracteres tan diferentes que pasábamos la mayor parte de los días discutiendo, incluso en muchas ocasiones llegamos a las manos. Y precisamente, eso que nos unió fue que los tres sentimos la misma vocación. Pero lo que no pudimos prever fue la reacción de nuestro padre cuando se enteró. Del disgusto pasó, en pocos minutos, a la cólera, recriminándonos que eso era de gentes de mal vivir, y lo que era aún más grave, una ofensa para una distinguida familia como la nuestra. Incluso peor, un deshonor para el apellido. Por ello y en su afán de que llevásemos una vida como Dios manda, nos apuntó en actividades acordes a nuestra posición social, como el tenis. Nunca aprendimos a jugar, pero aquellas clases acabaron convirtiéndose en nuestro reducto de libertad. Sí, mis hermanos y yo llevábamos la música en la sangre, aunque jamás actuamos en público.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Philippe Bourgeois y Bob Anthonioz - Dueling banjos (http://www.youtube.com/watch?v=ouh6T_jdBmk)

10 de septiembre de 2013



Lo peor no fue que el recuerdo de Ray Sarofsky se desvaneciese definitivamente en el olvido cuando falleció el último de quienes le conocieron en vida, sino que hubo alguien que quiso borrarlo físicamente del mapa como si no hubiera nacido. Un acto de mutilación que le apartó irreversiblemente de formar parte de la memoria local porque, al parecer, aquella fue la única vez que se puso delante de una cámara. Aunque también los pocos datos que han trascendido sobre su vida se refieren a que fue un ser cuya inocencia le hizo propenso a la torpeza. La leyenda popular cuenta que Ray, quien jamás salió de su pequeño pueblo, vio un día a una pareja de forasteros inmóviles ante un extraño artilugio que emitía un leve zumbido. Intrigado, se aproximó al aparato y oyó un click. Al parecer el hombre se acercó de inmediato a Ray sugiriéndole con muy buenas maneras que, si mantenía la boca cerrada, le enviaría la fotografía como compensación por su desatino. La versión más extendida decía que eran un político influyente y una famosa cabaretera que, por evitar que se descubriese su tórrido romance, eliminaron cualquier pista que les delatase antes de enviarle la imagen. Y aún así, Ray escribió su nombre, como intentando dejar constancia de que existió.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Hoosier Hot Shots - You're driving me crazy (http://www.youtube.com/watch?v=UoVfZY97EFE)

9 de septiembre de 2013



Mi abuelo era el modelo que siempre nos pusieron de ejemplo a mis hermanos y a mí por la sencilla razón de que fue un hombre que se hizo a sí mismo. Yo aún era muy niño cuando falleció de un infarto, pero su figura siguió mentándose en casa como ese espejo en el que debíamos mirarnos todos. La abuela decía que él y su mejor amigo de la infancia habían montado de la nada, y sin pasar por la universidad, un negocio de distribución de cerveza que llegó a convertirse en una empresa importante. Y que su secreto fue una combinación de seriedad, entrega y amor por el trabajo bien hecho, aún siendo él consciente, decía la abuela, del sacrificio que le supuso, ya que pasó muy poco tiempo con la familia a causa de sus interminables horarios y sus numerosos viajes. Y, aún así, la abuela siempre se sintió orgullosa, porque nunca faltó de nada en casa. Algo que trasmitió a mi padre, quien siguió sus pasos cuando heredó las riendas de la compañía. Yo, como se podrán imaginar, estaba predestinado a continuar con aquello, pero enseguida me di cuenta que lo único que me interesaba del mundo de la cerveza era beberla con mis amigos. Hasta que un día, tiempo después, descubrí el otro secreto de mi abuelo, el que en realidad le ocupaba tantas horas, escondido en un lugar que no viene al caso y que me convirtió, en cierta manera, en su cómplice, cuando decidí callarme por no herir aún más las sensibilidades, que ya en aquella época estaban a flor de piel.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Thelonious Monk - Don't blame me (http://www.youtube.com/watch?v=KshrtLXBdl8)

6 de septiembre de 2013



Yo quería a mi hermano, a pesar de que era un tipo muy raro y silencioso. Papá, que era muy bruto, decía que lo que necesitaba era un poco de mano dura para que se le quitasen de una vez por todas sus absurdas ideas. Y ahí era cuando intervenía mamá, porque mi hermano era su ojo derecho, y eso era algo contra lo que papá no podía luchar. A mi esas cosas me daban igual, porque lo que a mi me intrigaba era la actitud de mi hermano que decía que en realidad era un vampiro y por ello mismo debía de vivir en la oscuridad, solo, sin ver a nadie. Y aún así logré hacer la única fotografía en la que aparezco junto a él. Luego, mucho tiempo después, caí en la cuenta de que si de verdad fuese un vampiro, la luz del flash le habría desintegrado convirtiéndole en polvo. Pero no dije nada. No quería echar más leña al fuego, ya que mi padre había conseguido, al menos, que trabajase con él en la mina, un lugar donde podía tener toda la oscuridad que quisiera.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Marion Harris - I'm a jazz vampire (http://www.youtube.com/watch?v=_tW5aheGLLw) 

5 de septiembre de 2013



Contaban las tías que el tío abuelo Bartoloměj fue un mayordomo quien, sin quererlo, llegó a alcanzar fama entre las familias de la alta alcurnia de la región de Bohemia, aunque en su vida sólo sirvió a los Novák. Al parecer llevaba el oficio metido de tal manera en la sangre que inculcó a sus cuatro hijas, ya desde la infancia y de manera inconsciente, la virtud de la perfección, el esmero y la pasión por el detalle en todo cuanto hiciesen. Lo que marcó de sobremanera el carácter de las chicas quienes, según decían las tías, sus atenciones siempre fueron demasiado exageradas con sus invitados.

· Fondo musical para acompañar la lectura: R. A. Dvorský - Děkuji, bylo to krásné (http://www.youtube.com/watch?v=pnG06Tw9-CI)

3 de septiembre de 2013



No tengo palabras para explicarles las peculiaridades de mi familia y menos aún para describir a mi primo Anselmo, que se había empeñado en ser fotógrafo. Algo que nunca pudo entender el tío, que era propietario de una pequeña tienda de ultramarinos y cuyo deseo era que su hijo heredase el negocio. Claro que yo sólo era un mero espectador de aquellas aburridas reuniones que organizaba mi padre cada tantos domingos, y en las que Anselmo sacaba su cámara y se ponía a disparar como un loco. Como también se montaban tremendas trifulcas cuando, ante la insistencia de unos y otros, el primo mostraba las fotos de anteriores encuentros. Él siempre se defendía diciendo que eran ejercicios introspectivos sobre si mismo frente al mundo. Pero el problema era que el mundo, es decir, la familia, nunca fue demasiado fotogénica, ni siquiera cuando se les retrataba por sorpresa. Y Anselmo tampoco tuvo demasiado talento, pese a la osadía de algunas de sus composiciones.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Kinks - Picture book (http://www.youtube.com/watch?v=EdUNiPDKYd4)

2 de septiembre de 2013



Una pitonisa le había hecho varias predicciones a la madre de Austin Wiggin. Al parecer, estas se fueron cumpliendo por lo que Austin decidió aportar su granito de arena para que se hiciese realidad la última de ellas que presagiaba el triunfo de sus hijas en el mundo de la música. Es por ello que, viendo la posibilidad de obtener suculentos beneficios y, de paso, acabar de una vez por todas con la aburrida vida que llevaba en Fremont, Austin se puso manos a la obra y compró unos instrumentos musicales. Según supe después, llegaron a dar unos cuantos conciertos, e incluso grabaron un disco del que se vendieron muchas copias, aunque descubrí tiempo después que el comprador de toda la tirada fue el sacrificado progenitor. No les puedo contar mucho más, pues de aquello han pasado más de cuarenta años. Yo era adolescente, vivía en la casa de al lado y además, las hermanas Wiggin nunca despertaron mi interés por la sencilla razón de que siempre me parecieron muy poco atractivas.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Shaggs - Philosophy of the world (http://www.youtube.com/watch?v=hxPsXPCR5MU)