2 de septiembre de 2013



Una pitonisa le había hecho varias predicciones a la madre de Austin Wiggin. Al parecer, estas se fueron cumpliendo por lo que Austin decidió aportar su granito de arena para que se hiciese realidad la última de ellas que presagiaba el triunfo de sus hijas en el mundo de la música. Es por ello que, viendo la posibilidad de obtener suculentos beneficios y, de paso, acabar de una vez por todas con la aburrida vida que llevaba en Fremont, Austin se puso manos a la obra y compró unos instrumentos musicales. Según supe después, llegaron a dar unos cuantos conciertos, e incluso grabaron un disco del que se vendieron muchas copias, aunque descubrí tiempo después que el comprador de toda la tirada fue el sacrificado progenitor. No les puedo contar mucho más, pues de aquello han pasado más de cuarenta años. Yo era adolescente, vivía en la casa de al lado y además, las hermanas Wiggin nunca despertaron mi interés por la sencilla razón de que siempre me parecieron muy poco atractivas.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Shaggs - Philosophy of the world (http://www.youtube.com/watch?v=hxPsXPCR5MU)