23 de septiembre de 2013



Aquel tipo extraño de ademanes algo petulantes llamó poderosamente la atención de James Gray, un individuo rústico y analfabeto que nunca había salido de la pequeña localidad del Medio Oeste que le había visto nacer. El forastero, que había detenido su automóvil ante los pies de Gray, no disimuló su admiración pues vio en éste al hombre perfecto que tanto tiempo había buscado, ya que vivía en un entorno prácticamente salvaje, lo que significaba un cerebro en estado puro y sin interferencias del exterior. Acto seguido se apeó del vehículo y enseguida bajó sus bártulos. No había tiempo que perder, ni tampoco que dar explicaciones para evitar así posibles influencias que pudiesen contaminar el subconsciente de Gray y con ello estropear el innovador experimento que se disponía llevar a cabo. Y aquí se interrumpe el relato, porque las restantes páginas del diario del doctor Bartlet están arrancadas. Aún así, proseguí mis indagaciones, hasta que hallé una imagen, precisamente de Gray, que pareció querer darme alguna pista más que me ayudase a completar el relato, aunque las anotaciones que el doctor Bartlet escribió al dorso son imprecisas. Parecía afirmar que, tras muchos años de investigación, había logrado fotografiar el subconsciente humano, el de Gray. Pero nadie de los que examinamos la imagen conseguimos ver nada, salvo al propio Gray, un niño y el tornado que viene del fondo.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Cannon's Jug Stompers - Minglewood Blues (https://www.youtube.com/watch?v=Na6PW0Cg4Tc)