26 de octubre de 2012



Osgood Foster III no fue consciente cuando falleció a los ochenta y tantos del profundo cambio que supuso su actitud dentro de la arraigada y larga tradición que su familia había mantenido religiosamente generación tras generación. Hay quienes comienzan a reivindicar su nombre, ya que fue el verdadero pionero de lo que fueron los principales movimientos juveniles que surgieron a partir de la década de los sesenta. Sea como fuere, el caso es que Osgood pertenecía a una estirpe multimillonaria que se había hecho así misma con el negocio del petróleo en Texas y muy relacionada con las altas esferas políticas y burguesas del estado que tenía, incluso, influyentes contactos con el senado. Pero el joven Osgood aborrecía toda esa pompa que envolvía la vida social de los suyos y que le parecía demasiado aburrida y superficial. Es por eso que, consciente del destino al que parecía predestinado y fiel a su vocación transgresora, se rebeló dándole un aire nuevo a su peinado, en el que algunos han querido ver la fuente de inspiración de Elvis Presley, para después irse a convivir con Elene, la hija del chofer de su padre porque, además de que era una gran mujer, su condición y su físico representaba todo lo contrario a las bellezas frías e insulsas de buena familia con las que pretendían su progenitores emparejarle por la cosa de los negocios.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Elvis Presley - Crying in the chapel (https://www.youtube.com/watch?v=00eUebsh68M)