29 de noviembre de 2013



Yo era la sombra, una sombra sin más. Aunque ese día se reflejó en el mar. Una huella que me delataba como un simple testigo de los acontecimientos. Ese fue siempre mi papel, ya que no me gustaba tener protagonismo, fuera en la situación que fuese. La verdad es que era muy tímido y prefería pasar desapercibido. Consideraba que no tenía mucho que aportar porque tenía unos amigos con vivencias mucho más ricas e intensas que las mías, pero sobre todo porque me gustaba observar, mirar a los demás. Quizá por ello, y sin darme cuenta, me convertí en el guardián de los secretos de todos ellos. También fueron unos tiempos muy difíciles en los que sucedían cosas que podían herir ciertas sensibilidades, aunque, aparentemente, se estuviese de vacaciones en idílicos paraísos lejanos donde todo el mundo pasaba desapercibido. Lo vi aquél día, y lo capté sin que ellos se percatasen. En un acto supremo de bondad, Vint había arrastrado a King, pese a sus reticencias, hasta la orilla del mar con la única intención de aplacar sus problemas de transpiración, algo que nos trajo de cabeza durante nuestras vacaciones en Waikiki.

· fondo musical para acompañar la lectura: Giacomo Puccini - Nessum Dorma, de Turandot (Luciano Pavarotti) (https://www.youtube.com/watch?v=pwoYRWmzYNs)