15 de abril de 2013



Hélène era una atractiva joven a quien el amor parecía rehuirla, o al menos esa era la sensación que tenía, lo que la había sumido en una profunda tristeza. Ella, que era una persona alegre y extravertida, no lograba comprender los absurdos caprichos del destino cada vez que despertaba el interés de un apuesto chico, porque siempre, cuando llegaba el momento álgido, éste, inexplicablemente, se echaba para atrás con discreción y sin aparente motivo alguno. Similar extrañeza sentía Jean–Claude, quien, a pesar de que era consciente de que no era un tipo llamativo, tampoco acaba de entender su mala suerte, ya que era un hombre cuya simpatía y desparpajo parecía atraer inicialmente a muchas mujeres. Y sin embargo, en todas las ocasiones siempre había estado cerca de besarlas. Es por eso que aquella fiesta de antiguos alumnos de la facultad de Filología de la Sorbona tuvo algo de premonitorio y mucho de revelador, ya que no sólo coincidieron en elegir el mismo disfraz, sino que gracias a él descubrieron el mal que les impedía tener relaciones, ya que ambos padecían halitosis, y conocieron por primera vez el amor correspondido.

(foto: cortesía de Naty Alma de Diamante)


· Fondo musical para acompañar la lectura: Edit Piaf - Non je ne regrette rien (https://www.youtube.com/watch?v=8WNYGVkEqAY)