26 de abril de 2013



Dicen que Anselm Friedlander era un verdadero genio con el contrabajo de bidón, a cuya cuerda le sacaba infinidad de sonoridades, que Hans Weiman era un virtuoso con el banjo y Otto Reiter un portento con la guitarra. Eran los mejores intérpretes de Bluegrass que jamás había escuchado en su vida, cuentan que dijo Uncle Tom Davison, quien, al parecer, había asistido al único concierto que dio el trío en Offenburg por la simple razón de que eran sus teloneros. De ahí que siempre ha existido la duda sobre si las palabras de Davison fueron en realidad mera cortesía, dado el caluroso recibimiento que obtuvo por parte de Anselm, Hans y Otto quienes, además de agasajarle, dicen, fueron los únicos espectadores que tuvo el veterano músico de Kentucky durante su actuación. Algo normal en Offenburg, dicen, una localidad de tradiciones y costumbres tan arraigadas que, a quien tuviese un resquicio de originalidad enseguida se le miraba con recelo. Lo venido de fuera, pensaban los ancianos, era cosa del demonio que sólo traía malas influencias a la juventud. Por esa razón, dicen, el trío de Anselm cayó en desgracia, sufriendo la más injusta incomprensión y viéndose con ello forzado a recluirse en la cabaña que tenía el padre de Hans en las afueras de la villa. Pero, al parecer, y tras varios años de investigación, el crítico musical Ulrich Mueller pudo verificar en 1997 que la figura de Davison era ficticia, que no existen grabaciones del trío, que, según su nieto, la única relación de Anselm con la música fue que le detuvieron en 1933 porque hallaron en su casa un disco de The Carter Family que para las autoridades del lugar era arte degenerado, y que todos estos acontecimientos, en realidad, fueron fruto de la imaginación popular de Offenburg en su imperecedera intención por crear una leyenda que sirviese como reclamo turístico del municipio.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Carter Family - Wildwood flower (https://www.youtube.com/watch?v=ewnfWoSQz3o)