24 de abril de 2013



Gervais Lebrat, o Monsieur Lebrat, como le llamaban sus empleados, era un hombre que, tras terminar sus estudios universitarios, se convirtió en un importante empresario, llegando a ser el principal fabricante de bombonas de Francia. Ya desde su juventud mostró una insólita seriedad que le hizo destacar sobre sus compañeros, mucho más entregados a las cosas propias de la edad, creándole fama de ser el chico perfecto que toda madre hubiese deseado tener como hijo. Y toda suegra como yerno, ya que, al parecer, muchas jovencitas lo pretendieron dado su buen porte y prometedor futuro, aunque no sonriese jamás, llevándose el gato al agua Huguette Pelletier, la hija de un importador de legumbres en conserva. Lebrat fue un hombre perfeccionista, un trabajador incansable, extremadamente riguroso con los horarios, sus costumbres y sus hijos, y a quien nadie le vio contar chistes, hacer bromas, cometer error o traspié alguno. Es por eso que, varios años después de su muerte, sus hijos tuvieron que hacer lo indecible cuando salió a la luz aquella comprometedora fotografía en la que un Lebrat sonriente celebra con la V de la victoria un nuevo record de ventas, temerosos de que perjudicase el nombre de la compañía, y sobre todo, de que su madre, por su avanzada edad, pudiese llevarse un monumental disgusto ya que ella tampoco le vio nunca reír.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Rina Ketty - Un regard, un sourire (https://www.youtube.com/watch?v=hhtPb_9SMvw)