28 de febrero de 2013



La temprana vocación que sintió mi abuelo Takeshi por la música le llevó, según la abuela, a convertirse en un héroe nacional. Pero él siempre decía que ella exageraba, porque sólo siguió los impulsos de su vocación por la tuba, un instrumento al que se entregó en cuerpo y alma desde que lo descubrió en su infancia, convirtiéndose con el tiempo en uno de sus mayores virtuosos y alcanzado un notable éxito durante las varias giras que hizo por Japón antes de la guerra. Pero esa heroicidad que le atribuía la abuela comenzó mientras cumplía el servicio militar, cuando fue enviado con su regimiento a invadir Manchuria. Tras varios meses de campaña, fueron sitiados por sorpresa en una pequeña ciudad que habían tomado unas horas antes y cuyo nombre la abuela nunca logró recordar. Después de semanas de cruentos enfrentamientos la situación se hizo insostenible cuando se quedaron sin municiones. Y el abuelo, en un arrebato de ingenio, propuso a sus superiores una idea para ablandar al enemigo siguiendo su firme creencia de que la música inspira el amor y amansa a las fieras. Según nos contaba la abuela, estuvo un día entero tocando sus tubas, sin descanso. Hasta que a la mañana siguiente se confirmaron sus teorías, cuando en medio de la bruma matutina surgió de la nada una bandera blanca.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Senyu (Japanese military song) (https://www.youtube.com/watch?v=hmjdUD2Vk9Q)