18 de febrero de 2013



La familia Fitzpatrick había amasado una gran fortuna con su cadena de supermercados convirtiéndose en una de las estirpes más poderosas de la Costa Oeste. Su gran habilidad, así como la imperturbabilidad con la que llevaban la compañía, contrastaba con el carácter nervioso e impaciente que parecían reservarse para la intimidad. Esa agitación que les impedía estarse quietos acabó transformándose con el tiempo en una pesadilla para los numerosos fotógrafos que intentaron realizar el retrato en grupo que el patriarca de los Fitzpatrick ansiaba desde hacía años. Había un rumor que afirmaba con cierta malicia que llegaron a conocer a todos los miembros de la agencia Magnun Photos. Hasta el día en el que la desesperación de Alex Blackwood, quien había alcanzado una cierta notoriedad con sus reportajes sobre animales en la sabana africana, hizo que, impotente por tan dificultosa tarea de mantener inmóvil a la familia, abandonase el lugar olvidando su cámara fotográfica sobre un banco de piedra. Momento que captó el pequeño Ralph jugando con la que le habían regalado en su primera comunión y en el que, sin querer, casi estuvo a punto de conseguir la tan deseada instantánea sino fuese porque las tías, inmiscuidas en su conversación, salieron sin mirar al frente.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Bob & Alf Pearson - Family favourites Medley: Why Worry / Mistakes / There's Always Room At Our House / At The End Of The Day (https://www.youtube.com/watch?v=vwxXfMYQbDM)