3 de mayo de 2012



Nunca olvidaré aquel verano en el que mi hermano hizo realidad su desmedida afición por los documentales de Cousteau. Algo a lo que contribuyó la casa que mis padres tenían en la playa. No les voy a contar los pormenores, porque necesitaría mucho espacio. El asunto es que mi hermano quiso experimentar la sensación de las profundidades y para ello dotó a su improvisado escenario de una veracidad asombrosa. Hasta había peces de verdad. El problema vino después. A los esfuerzos de mi madre por salvar la casa se unió el monumental enfado de mi padre, no sólo era su despacho, sino que sus libros de leyes se diluyeron como “lágrimas en la lluvia”.

(foto: cortesía de Carmen Muñoz)

· Fondo musical para acompañar la lectura: Ramones - Surfin' bird (http://www.youtube.com/watch?v=CVQfVtzFd4U)