22 de mayo de 2013



Sé que lo primero que van a pensar es que ese que ven ahí soy yo por la simple razón de que he sido yo quien ha puesto la foto. Siento desilusionarles, pero esta vez no han acertado. Ese hombrecito es mi tatarabuelo. Y hoy, ahora, con su imagen, me dispongo a revelarles una exclusiva que generará muchos titulares. Y si no se lo creen, vayan mañana a su kiosco. Pero, por su fidelidad conmigo, les voy a dar un anticipo. A mí siempre me han fascinado las novelas de misterio. Y, simplemente, un buen día, hurgando entre los enseres de mi difunta abuela me encontré con esta imagen. Después de confirmar que era mi tatarabuelo me puse a investigar. Supe que siempre le fascinó el esoterismo, Edgar Allan Poe y la anatomía humana. La emoción me embargaba. Después descubrí que vivió un tiempo en Londres ejerciendo la medicina, aunque ahí, les confieso, la información que logré obtener era bastante difusa porque al parecer, según una misiva que envió a una hermana suya, decía que sus investigaciones habían llegado a tal grado que decidió desaparecer durante algún tiempo. No se imaginan como empezó a palpitar mi corazón cuando a partir de aquí comencé a atar cabos. Recuerdo que revisé varias veces todo el material que estaba en mis manos. No me lo podía creer. Me froté varias veces mis ojos hasta que fui consciente de que había resuelto uno de los grandes enigmas de la historia. Que mi tatarabuelo, Ildefonso Pérez López, era Jack el Destripador.

(foto: cortesía de Alfred Dopar)


· Fondo musical para acompañar la lectura: Charles Gounod - Funeral march of a marionette (http://www.youtube.com/watch?v=fFbfvlHhSoY)