20 de mayo de 2013



Mi paraíso, aunque les pueda parecer algo manido, fue mi infancia, con esa propiedad que posee de dar la sensación de que el tiempo pasa muy despacio. Fui feliz, a pesar de la ausencia de mi padre, a quien apenas conocía porque era marino mercante. Yo era una niña que necesitaba muy pocas cosas, como mi aro, con el que me pasaba horas recorriendo las calles del barrio, y que me servía de pretexto para ir hasta el puerto, antes de regresar a casa, para ver si veía llegar a papá. Mamá me decía que hacia viajes demasiado largos, a tierras muy lejanas. Yo nunca perdí la esperanza y me repetía todas las noches, antes de dormir, que cuando fuese mayor iría a buscarle donde quiera que estuviese. Pero nunca lo hice. Como también dejé de ir al puerto. Quizá me acostumbré demasiado a su ausencia. Supongo que mamá también, que tampoco me habló sobre la fortuna que corrió mi padre. No sé si incluso llegó a saber algo. Han pasado muchos años, y ahora, el tiempo se me pasa demasiado rápido.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Velvet Underground - I'm sticking with you (http://www.youtube.com/watch?v=hqMiDfipRkE)