24 de mayo de 2013



El tío Achille siempre quiso ser cantautor. Un concepto revolucionario para la época que le tocó vivir. De hecho no existía, porque, según contaba la abuela, él fue quien lo impuso, ya que era autor de canciones que después, ante la imposibilidad de ganar las simpatías de quienes se dedicaban al asunto de la promoción musical, había optado por cantarlas él mismo. La abuela contaba que las musas de la música se habían olvidado por completo del tío, incluso que ni siquiera se percataron de su existencia, a pesar de que había actuado en varios locales de Montmartre, en Paris, con un éxito más bien nulo. Y eso que adornaba su figura con las vestimentas a la última moda del momento entre la gente con clase de la capital. Pero el tío Achille era así, apuntaba la abuela, un hombre bohemio al que no le importaba lo que pudiesen pensar los demás sobre su arte. Hoy en día es imposible encontrar un disco suyo por la sencilla razón de que jamás grabó nada. La abuela, por la cosa de reivindicar su figura, decía que él era el verdadero autor de “Ma solitude”, aunque el problema fue que vino un tipo barbudo con mucha más personalidad y mejor voz que se hizo con la canción. Pero yo nunca me creí esa historia.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Georges Moustaki - Ma solitude (http://www.youtube.com/watch?v=R0WbDTusbhk)