6 de septiembre de 2012



El día de mi cincuenta aniversario pude por fin desvelar uno de los misterios familiares que, desde mi infancia, siempre me habían inquietado cuando la tía Brigitte me regaló la cámara de fotos del tío Émile, a quien nunca llegué a conocer porque falleció cuando apenas yo tenía cinco años de edad. El enigma era que jamás había visto una fotografía hecha por él y, sin embargo, en las pocas que aparecía, siempre salía con el rostro tapado por su cámara. Ese día, la tía Brigitte me confesó que al tío, que tenía tanta fama de bromista como de poca vista, le había partido los dientes un tipo con escaso sentido del humor.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Jean Sablon - C'est si bon (http://www.youtube.com/watch?v=AHz1iAVnnLw)