19 de junio de 2012



Los temores de la señora Selby se habían hecho realidad cuando nació el pequeño Wilbur. Según los médicos, su fealdad era algo natural, por la cosa de los genes y, al igual que le tocó al señor Selby, podía manifestarse en sus vástagos, como sucedió en menor medida con Harry, Jimmy y Tony que, a pesar de su aspecto de empollones, fueron un desastre en los estudios. Pero Wilbur siguió los pasos profesionales de su padre, cuya costumbre de ponerse un clavel blanco en la solapa no impidió los continuos sobresaltos de sus conciudadanos. Según recuerdan algunos, nunca estuvo tan segura la fábrica como cuando ambos trabajaron en ella como vigilantes nocturnos.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Lalo Schifrin - The Amityville horror (http://www.youtube.com/watch?v=yav2eKnYMm0)