18 de junio de 2012



Confieso que nunca fue nuestra intención causar maldad alguna pero aquellos tiempos tampoco fueron propicios para las buenas acciones, y menos aún en las calles el East End en las que aún flotaba el recuerdo de Jack el Destripador. La delincuencia se convirtió en nuestra forma de vida ya que mi amigo Bill y yo nos habíamos fugado del orfanato. Sé que puede resultar extraño, pero cuando lo vimos durante una de nuestras andanzas, algo nos espoleó el interior y no lo pudimos evitar. Éramos conscientes de lo execrable del acto, pero lo hicimos. Aún hoy en día sigo escuchando la rabieta de la niña mientras nos alejábamos corriendo con el botín en la mano.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Carroll Gibbons and The Savoy Hotel Orpheans - "Music Maestro please" (http://www.youtube.com/watch?v=d6Q4QZm6m7Q&feature=related)