3 de abril de 2014




Aquella mañana de otoño al sargento Montgomery de la brigada motorizada del ejército se le puso el corazón en vilo cuando al salir de su casa vio que su motocicleta había desaparecido. En treinta años de servicio jamás le había sucedido nada semejante por lo que, en pleno ataque de nervios, no se le había ocurrido otra cosa mejor que mirar al cielo y maldecir levantando los brazos y apretando sus puños. Instantes en los que la señora Montgomery, alterada, le llamaba a gritos porque Ronny, su hijo, se había fugado saltando por la ventana de su habitación. La desazón del sargento Montgomery se acrecentó, y todavía más cuando al relacionar los hechos intuyó para su desgracia lo que estaba pasando justo en esos momentos y que era, precisamente, lo que siempre había tratado de impedir, significando el tercer disgusto seguido del día, que el tarambana de su hijo había vuelto a desoír por enésima vez sus advertencias prefiriendo ir antes al encuentro de la hija del cabo Carpenter, de la que el muy idiota se había encaprichado, que preparar su ingreso en la academia de artillería. Y lo que era aún peor, que esta vez se había extralimitado al tomar prestado una propiedad del ejército.

Fondo musical para acompañar la lectura: Henry Mancini - Theme from Romeo and Juliet (Nino Rota) (
https://www.youtube.com/watch?v=BjG19cwVR80)