3 de diciembre de 2012



El primo Morton fue una persona muy entrañable cuya extrema timidez le convirtió en el típico chico rarito imprescindible en toda promoción de cualquier instituto que se precie. Algo a lo que contribuyó su escasa forma física y su torpeza para coger un balón, lo que le relegó desde un principio al puesto de cuidar los relojes en el lugar menos propicio para recibir balonazos mientras sus compañeros jugaban el partido de turno. Es esa una de las razones por la que pasó desapercibido ante las chicas, aunque el primo, que también tenía su corazoncito, siempre procuró en todo momento no dar muestras de debilidad, recurriendo a la biblioteca, en donde se entregaba durante horas a la resolución de ecuaciones para tratar de no pensar en esas cosas. De ahí sus excelentes resultados académicos que le permitieron después estudiar en una buena universidad. Aunque su paso por ella fue un poco más de lo mismo. Hasta que su suerte cambió cuando conoció a Rosalind mientras cumplía el servicio militar en Honolulu, descubriendo ambos el gran paralelismo que había en sus vidas. Además, ella supo extraer lo mejor del primo Morton quien, para asombro de la familia, resultó ser poseedor de una gran vis cómica.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The Royal Jokers - You tickle me, baby (https://www.youtube.com/watch?v=VVi7OE20xVU)