9 de junio de 2016



Tras una larga vida entregada a la investigación, el afamado parapsicólogo Edwyn C. Gardiner no pudo dar crédito al fenómeno que presenció cuando Evangeline Swindlehurst entró en trance aquella tarde de un frío invierno de 1889. La joven, que vivía en un pequeña localidad del condado de Yorkshire, tenía poderes paranormales que para muchas gentes del lugar eran al parecer una suerte de iluminaciones que predecían el futuro. Gardiner, sin salir de su asombro, creyó que aquello podría abrir una nueva puerta a otra dimensión que permitiría un mayor conocimiento sobre la existencia humana. Pero las diversas instituciones académicas y científicas vieron en todo aquello un burdo montaje, por lo que el asunto se acalló de tal manera que, tanto la figura de Gardiner como los testimonios, los estudios y los documentos que atestiguaban los hechos desaparecieron en extrañas circunstancias. Hasta que el 24 de marzo de 2010, en un congreso organizado por la universidad de Wildpeaks, el profesor Andrew F. Wheelock reveló que había hallado una antigua imagen que probaba la falsedad de un hito de la ciencia, que Edison no fue el inventor la lámpara incandescente. · Fondo musical para acompañar la lectura: Marie Lloyd - Every little movement has a meaning of it's own.