30 de mayo de 2014




No se pueden imaginar la semana tan crítica que he tenido. Es por eso mismo que no he dado señales de vida. Espero que no me hayan echado de menos. Tampoco soy tan importante. Pero comprenderán que hay momentos muy duros en los que una, aunque tenga buenos sentimientos, no pueda llegar a cumplir con las obligaciones. Y lo siento, de verdad. Pero trabajo en el departamento de innovación del ministerio de agricultura. Imagino que les producirá risas. A mis amigos también, pero eso es otra historia. Ya, ya me imagino. Lo sé. Habrá más de uno que piense que mi trabajo es alienante y muy aburrido. Y sí, han acertado. No lo voy a negar. Estoy quemanda, mi existencia es un coñazo y mi trabajo más. Pero ¿qué quieren que les diga? Además, me he desviado del asunto, porque iba a contarles otra cosa. Puede que les parezca una nadería, y que incluso les resulte ridículo. Pero yo era aquella, la del gorrito picudo que mira de aquella manera. ¿Esperaban algo sorprendente? Pues si es así, siento defraudarles, pero aquel día me sentí la reina del mundo. Aunque después no pasó nada.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Paul Specht and his Orchestra - That's what I call sweet music (https://www.youtube.com/watch?v=klwBXhAmYHU)