1 de mayo de 2014
El tío Emil fue la oveja negra de la familia. Mientras sus hermanos, entre ellos mi padre, siguieron los pasos del abuelo entrando, tras sus estudios universitarios, en el consejo del banco, el tío había decidido desde temprana edad que él haría caso a sus impulsos ya que, pensaba, ellos prefiguraban la verdadera vocación, por lo que se negó en rotundo a seguir una vida programada ya desde la infancia. A él no le iban los números. Y así se lo hizo saber a los suyos causando con ello un importante cisma familiar. Pero a él todo eso le dio igual y se mantuvo fiel a sus principios. Porque en el tío Emil, de quien decían que de joven era muy apuesto, confluyeron sus dotes de bon vivant con su pasión por las novelas decimonónicas que eran, al parecer, las que le daban nuevas ideas para sus tácticas de seducción. Y al parecer tuvo un éxito arrollador. Tanto, que ya al final de su vida todavía seguía llevando a sus jóvenes conquistas a ruinas de iglesias o cementerios porque eran escenarios discretos, decía, en los que se podía tener más intimidad, lejos del bullicio urbano y las charlatanerías.
· Fondo musical para acompañar la lectura: "Little" Jack Little Orchestra - I'm in the mood for love (https://www.youtube.com/watch?v=nCJdd2FeRt8)