5 de abril de 2017



Hasta muy avanzada la mañana no se había elevado la densa niebla que nos impedía ver con claridad los movimientos del enemigo haciéndonos pensar que podía aprovechar la escasa visibilidad para acercarse con sigilo a nuestro bastión, confirmándose pocos minutos después nuestro presagio cuando Joe recibió una pedrada en la frente que le dejó inconsciente en el suelo. Ante la sospecha de un inminente ataque, Jack se apresuró a retirar al herido mientras los restantes miembros del batallón nos preparamos para afrontar lo que temíamos que iba a ser un encarnizado asalto final, produciéndose justo en ese mismo momento un silencio prolongado que nos sumió en una profunda inquietud llevándonos de súbito a mantenernos inmóviles y sin emitir ruido alguno. Aunque tratamos de mantener la compostura, tuvimos que dominar nuestra irritación al intuir que había juego sucio tras ese execrable acto de la pedrada impropio de caballeros y que no se encontraba entre lo pactado. De ahí que el factor sorpresa estuvo esta vez de nuestro lado, cuando Cordelia tocó la campana que anunciaba que la comida estaba lista, haciendo que nuestros atacantes, hambrientos, abandonasen las piedras y recriminándonos después que tuviésemos la osadía de utilizar el viejo cañón con el que defendimos Gettysburg para jugar con nuestros nietos a pesar de que le perjuré repetidas veces que no estaba cargado y que los disparos los imitábamos con la boca.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Pete Seeger - John Brown's body